Saber relacionarnos con los síntomas y enfermedades de las niñas y los niños puede ayudarles a eliminar obstáculos en su vida, no solo a nivel físico y emocional, sino también a encontrar y cumplir el propósito de su vida y despejar su camino de autorrealización.
Cada fase de la vida supone un desafío para el desarrollo y la realización de la persona. El cuerpo, en su función de vehículo del ser, expresa a través de los síntomas y desequilibrios los obstáculos que el ser encuentra para poder expresarse en su máximo potencial.
Las diferentes fases del crecimiento de un niño y de una niña son:
– La herencia: antes de la concepción, concepción, embarazo y nacimiento: en esta fase se produce la transmisión de las tendencias genéticas y psicoemocionales de las familias hacia los niños y las niñas, las cuales se manifestarán como síntomas en la temprana infancia.
– La encarnación: 0-1 año. En esta fase el cuerpo y la naturaleza del ser de la persona se tienen que adaptar mutuamente. Los síntomas representan las dificultades de esa integración.
– El autorreconocimiento: 1-5 años. Por primera vez el/la niño/a empieza hacerse consciente de su ser más allá de su cuerpo físico. Los síntomas y desequilibrios representan el obstáculo que los/as niños/as experimentan para sentirse y conectar consigo mismos/as. – La interacción: 6-12 años. En esta segunda infancia la niña y el niño se conoce a sí mismo/a a través de la interacción social. Los síntomas y desequilibrios durante esta fase representan las dificultades al expresar sus cualidades internas (masculino/a, femenino/a, audaz, introvertido/a, expresivo/a…). Si las fases anteriores han sido correctamente integradas el niño y la niña podrá expresarse con más confianza y seguridad.